Aunque han pasado más de 70 años, la historia de la
guerra civil y sus prolegómenos sigue siendo historia reciente y por lo
traumático de la misma tema tabú para algunas personas en el ámbito de la
Montaña Oriental. El bipartidismo que controla la política, desde las altas esferas hasta lo más
bajo de las administraciones públicas en concejos mayores y menores, repite
actitudes frentistas de aquella época, se encienden odios sarracenos entre
políticos de tres al cuarto, herederos de aquellos otros de la restauración de
finales del XIX: caciques, logreros y manipuladores para los que la cosa
pública, sólo es un trampolín o una forma de promocionar sus intereses
particulares. Desde el más humilde de los consistorios hasta los despachos de
lujo asiático en aquellas instituciones provinciales y autonómicas que nos
desgobiernan, la crispación y el ataque personal son la tónica general; sus
reyertas por el pesebre y pacederas trascienden y terminan por envenenar la
vida de aquellos ciudadanos que aún esperan algo de ellos. Formación humana,
educación, civilidad, diagnóstico de los problemas, visión de futuro, y
vergüenza (la más importante de las virtudes según el Conde Lucanor) siguen siendo la asignatura pendiente de
muchos de nuestros políticos.
Nadie esperaba en sus vísperas una guerra
civil, pero los cuchillos se afilaban hacía tiempo; la crispación y navajeo político
de años anteriores iba a pasar factura y poco a poco se preparaba el escenario
del matadero. Aquí, al igual que en resto del país, a otra escala pero con
igual crueldad y ensañamiento, se repetiría el cortejo de revanchas, asesinatos
y venganzas personales que van aparejadas a los conflictos civiles. Socialmente
Sabero y Cistierna, se constituían como
un caso aparte en la Montaña Oriental. Ferroviarios, mineros, artesanos,
tenderos minoristas y mayoristas, administrativos, gentes dedicadas a las
profesiones liberales, empresarios mineros,
conformaban una sociedad que nada tenía que ver con el resto de la
comarca vuelta hacia un pasado agrícola y ganadero. Sabero cuenca minera y, Cistierna, punto ferroviario de gran
importancia, tenían fuerte presencia de los sindicatos y otras asociaciones de trabajadores: U.G.T, C.N.T, Juventud
Socialista de Cistierna, Sindicato Minero Montañés, Sindicato Nacional
Ferroviario, todos ellos muy activos en la revolución golpe de estado del año 1934; aventadores de un odio criminal entre clases, contra la religión católica y sus ministros. Las dos
poblaciones se constituían como un pequeño laboratorio montañés de los cambios
traumáticos que el s. XX inexorablemente iba imponiendo. La represión a los que participaron en la revolución del 34 marcaría a los
que en ella tuvieron algo que ver y muchos de ellos serían definitivamente
eliminados a partir de agosto del 36. Para cisterniegos y saberenses, Monteviejo permanece
en la memoria como el lugar ominoso y
execrable donde algunos culpables y muchos inocentes serían sacrificados como corderos en una
represión feroz e inmisericorde, enmarcada dentro de una política de terror para amedrentar a la población. Durante el periodo republicano (14 de abril de1931 hasta el 18 de julio de
1936) destacan en el ámbito político de Cistierna: Don Mateo Alonso y Don José
Betitia Bilbao, dos personas decentes y honradas que desempeñaron cargos de
responsabilidad en el Ayuntamiento de Cistierna durante la república. Alonso será depurado y represaliado, Beitia depurado y
su hijo desaparecido, además de saqueadas todas sus propiedades. Don
Mateo Alonso era natural de Sahelices
de Sabero donde nace el 21 de septiembre de 1864; llegó a vivir más de 100 años
muriendo en Cistierna, a finales de los años 60. Era una persona emprendedora y
esforzada; a él se debe la construcción de la presa en el arroyo de Yugueros,
con la intención de crear una aguada para las locomotoras del ferrocarril la Robla- Bilbao. Antes de la guerra civil ya
había construido su casa en la general, en el cruce del P Isla, acera opuesta
al Moderno y un edificio que años más tarde ocuparía el comercio de Moráis. Don
José Beitia Bilbao era natural de Ondarroa, comerciante en Cistierna,
hombre de probada inteligencia en los negocios, representante de una izquierda
progresista y liberal, fue teniente de alcalde del ayuntamiento y tuvo en la
revolución del 34 un protagonismo que pasará onerosa factura a él y su familia a partir
del 36. Ambos estaban unidos por lazos de parentesco pues una hija de Mateo
Alonso, estaba casada con un hijo de Don
José: Don José Luis Beitia Villa, capitán
del batallón nº 238, destinado primero en la base de Cangas de Onis y después
al frente de Oviedo sector Colloto. Poco antes de la caída del frente norte
sería destinado al batallón 205 con grado de comandante, perdiéndose su pista a
partir de entonces.
El 5 de Junio de 1931, Don Mateo
Alonso, es elegido primer alcalde republicano de Cistierna. Su actitud será en
todo momento de consenso y de suavizar
posiciones con la derecha local. Sin embargo algunos concejales como Don Gonzalo Diez, del ramo de hacienda, pide de inmediato, recién comenzada la
andadura republicana, que se retiren del
ayuntamiento la placa dedicada a D. Esteban Corral anterior alcalde y conocido
empresario minero de clara filiación derechista, pero de indudables méritos en
su alcaldía. Es muy llamativa esta actuación del concejal de hacienda, pues el
primer año del alzamiento será elegido alcalde de Cistierna, en un juego de chaqueteo
y equilibrismo político difícil de explicar en años tan peligrosos. Tras su
paso por la alcaldía Gonzalo Diez, durante la dictadura será alguacil en
Cistierna sin mayores contratiempos. Entre las actuaciones más interesantes de
esos años del consistorio presidido por Don Mateo Alonso, y de su consuegro el
teniente de alcalde Don José Beitia Bilbao, destacan los esfuerzos por iniciar la
construcción del ferrocarril de Palanquinos a Cistierna; el impulso dado a las
ferias locales, sobre todo la de Santa
Catalina, que se promociona con ayudas económicas del consistorio y la
delimitación de un lugar fijo para el ferial, la creación de nuevas escuelas
para niñas en Vidanes; la formación de una comisión gestora para investigar
la contabilidad del ayuntamiento desde 1923 hasta 1930. La formación de esta
comisión será origen de muchos quebraderos de cabeza tanto para el alcalde como para su consuegro Don
José Beitia, uno de los más interesados
en depurar responsabilidades, las cuales afectaban en gran manera al anterior alcalde y al secretario del
Ayuntamiento Javier Alba Valcarce. Durante la guerra el secretario acusará al anterior consistorio
y a sus concejales de bolcheviques. Un enconado resentimiento por parte de
algunas familias de notables del pueblo y sobre todo del secretario del
ayuntamiento durante el periodo investigado, se irá acumulando y buscarán el
ajuste de cuentas en la guerra civil. Durante su mandato los concejales de la
derecha encabezados por el señor Vicente Corral, propusieron elevar una instancia por mediación de la
confederación hidrográfica del Duero, a la dirección general de obras públicas
pidiendo la construcción del pantano
de Bachende. Don Mateo, que veía muy
largo, avisaba sobre las consecuencias de dicho desafuero para la población y
la comarca. De aquellos polvos estos
pantanos.
En el verano de 1934 D. Mateo Alonso manifestaba que debido a su avanzada edad y a su
quebrantada salud, no podía continuar
más tiempo perteneciendo a la corporación municipal y por tanto presentaba la dimisión de su cargo; para justificar su petición, aportaba
certificación demostrativa de tener más de 68 años y la facultativa de la
imposibilidad física que le agobiaba. Antes de abandonar el cargo pedía a la
corporación le perdonase de cualquier equivocación que hubiese tenido durante
el desempeño del cargo.
Entre los días 5 y
10 de octubre de 1934, durante el bienio radical cedista, se produjo en España
un movimiento huelguístico revolucionario. La revolución afectó sobre todo a
Cataluña y Asturias. Los sucesos más graves se produjeron en las cuencas Astur
– Leonesas. En Cistierna y Sabero los mineros enrolados en los sindicatos UGT y
CNT se unieron para la revolución. Piquetes de obreros armados tomarán las
calles de Sabero y Cistierna. Lo primero que hacen es atacar a la Iglesia en sus templos y patrimonio. Es este un odio antireligioso y de clases sembrado en nuestras montañas por sindicalistas de izquierdas foráneos, ajenos a nuestras costumbres y tradiciones comunales. La derecha local, atemorizada se une y moviliza
para iniciar la defensa. Las consecuencias de la actuación militar fue muy
dura en nuestra comarca. El concejal Corral contribuyó eficazmente a dominar el movimiento
subversivo en Cistierna, así como también el jefe de la
línea de la guardia civil y fuerzas de
civiles a sus órdenes. El teniente de alcalde Beitia y el concejal D. Clemente
del Valle tuvieron que huir y fueron sustituidos. En febrero de 1936 por una
circular del Gobierno Civil de la provincia inserta en el boletín oficial se
reponía en los ayuntamientos a los concejales suspendidos gubernativamente;
siendo en Cistierna Don José Beitia y Don Clemente del Valle, únicos
concejales en aquella situación. Beitia
pedirá con insistencia que se remueva inmediatamente el expediente que fue
incoado al advenimiento de la república contra los ayuntamientos de Cistierna
precedentes al 12 de abril de 1931. Se hacía así pública y notoria su enemistad
sobre todo con el secretario Alba Valcarce.
Llegamos al periodo comprendido entre el 18
de Julio de 1936- 1 de abril de 1939: la
desgracia se abate sobre España. Cistierna sufre, al igual que todo el país, el
azote de la guerra civil y el enfrentamiento entre sus habitantes. Los
posicionamientos previos al conflicto causaran
muertes, desaparición y represalias. Desde el comienzo de la guerra una
serie de nombres empiezan a sonar, nombres que continuarán influyendo en la
política municipal durante la dictadura. José Beitia y su hijo
José Luis Beitia Villa pasarán hacia Asturias por Tarna rompiéndose una pierna
el primero en la huida, desde allí se dirigirá a Francia; su hijo permanecerá
en Asturias. Mateo Alonso y su hija, la
mujer de José Luis Beitia, afrontarán
las penalidades de la guerra y posguerra en Cistierna. La represión que sigue por desgracia a todos los enfrentamientos civiles se cebará
sobre todo en la esposa de Beitia, Doña Julia Villa Martín, inquilina de San
Marcos en León; será juzgada en octubre del 36 y condenada a muchos años de los
que sólo cumplió tres. A Mateo Alonso se le detenía a menudo y se le trasladaba
al cuartel de la villa, donde era objeto de malos tratos de obra y palabra; lo
mismo se hacia con su hija, madre en aquellos días de una niña de poco tiempo,
nuestra convecina Mari Luz Beitia Alonso. El 27 de octubre de 1938 el
ayuntamiento se dio por enterado de un oficio de la comisión central
administradora de bienes incautados por el Estado, en relación con el
expediente de responsabilidad civil seguido contra D. José Beitia Bilbao por
25000 pesetas, la corporación acuerda gestionar de los familiares del mismo a
fin de poder conseguir que los géneros del de Beitia, puedan ser repartidos
previo pago, entre los vecinos del Municipio, el dinero de la venta iría a la
caja del ayuntamiento. La gestión con
los familiares, no fue necesaria pues éstos, amedrentados por la difícil situación,
asistieron al despojo sin poder hacer nada.
El comercio de Beitia, era un almacén de
textiles situado en la plaza del ayuntamiento. Además de la tienda, Beitia
poseía dos cocheras en las que guardaba 1 coche y 2 furgonetas de su propiedad.
Su empleada Erundina, que trabajó en la tienda durante años, por oponerse a la
incautación fue pasada por las armas. El 19
de Noviembre de 1938 se subastaron en Riaño en pública almoneda, todos los
bienes incautados. El despojo del
patrimonio de Don José Beitia se hizo con total descaro, vendido como botín de guerra, todo ello promovido y
organizado por el ayuntamiento de Cistierna, que sería el principal beneficiado,
participando como intermediarios alguno de los tenderos más importantes de la
villa en el ramo de textiles.
Don Tomás
Fernández García, (industrial que en los años 60 instalaría todas las antenas
de la Montaña Oriental), persona interesantísima, digno de otro artículo, después de la guerra alquilaría para su taller de reparación y
venta de radios el comercio saqueado en la plaza de Cistierna, cuenta como a finales de los años 40, Doña
Julia Villa Martín se acercó un día a la que había sido tienda propiedad de su
marido y lloró amargamente recordando lo que se hizo con su familia y patrimonio.
NOTA: Datos históricos extraídos del
Archivo Municipal de Cistierna y la memoria de los descendientes de d. Mateo Alonso y d. José Beitia.
Don José Beitia Bilbao y su mujer Doña Julia Villa Martín . De uniforme, su hijo Don José Luis Beitia Villa, (Gentileza Mari Luz Beitia Alonso).
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