Translate

sábado, 19 de enero de 2013

PUENTES ANTIGUOS DE LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA. EL PUENTE VIEJO DE CISTIERNA (Artículo publicado en la Revista Comarcal de Riaño Nº43. a 2013). Siro Sanz García


En Cistierna, el camino de la Talanquera (actual Calle del Camino de Santa Bárbara) conducía al vado del Esla, situado junto al pozo del Tagarro. En este lugar existió un puente del cual resistían a duras penas en pie tres pilastras cuando se iniciaba el s. XX. Muy poco es lo que se sabe de este puente y muchos coinciden en que su origen está envuelto en un halo de misterio. Se mantenía por aquellos años con gran esfuerzo mediante hacenderas comunales a instancias del exhausto concejo de la villa. Su cuidado y mantenimiento fue abandonado a partir de los años veinte del siglo que pasó. Sin embargo, se siguió utilizando el vado junto a las arruinadas pilastras como lugar de paso hasta los años sesenta. Por el vado, durante el estiaje, cruzaban a la margen derecha,  al igual que antes lo hacían por el puente, carros y ganados mayores para acceder al monte concejil de donde se extraía la leña, madera y pasto, a los corrales de  ovejas inmediatos y, medio kilómetro aguas abajo, comunicaba con las tierras de Vegarribero, conocidas como los linares de la villa;  en otro tiempo tierras forales del Marqués de Astorga. No menos importante era la conexión de este puente con el Camino Real que por la margen derecha del Esla se dirigía a Sabero, comunicando con caminos tan importantes como los de la margen izquierda.
Aunque la calzada romana del Esla ascendía por la margen izquierda, al menos así lo atestigua el mapa de Tomás López en el Siglo XVIII, la existencia del puente viejo de Cistierna y el de Mercadillo, además de la tradición y la documentación conservada por los notarios de Riaño sobre mandas y testamentos de labradores cisterniegos, confirman la antigüedad de este otro camino, también llamado Real de Sabero, que por la margen derecha subía desde más abajo de Gradefes.
Junto a ese vado, aún se yerguen majestuosas dos pilastras, con tajamares aquillados por ambos extremos hasta la altura de la imposta, tan carcomidas en su base que a duras penas se mantienen en pie después de resistir los embates del Río Grande durante siglos. Otra pilastra, la más próxima a la margen derecha, aparece derribada con uno de los tajamares bajo las aguas, en su derrota aún muestra la prestancia y gallardía de tiempos mejores. Los naturales, denominan estos notables restos como: “Puente Viejo de Cistierna”.
La única mención literaria a dicho puente es la que hace el historiador R. P. D. Julio de Prado Reyero, en su libro: Un viaje Histórico por el Alto Esla donde dice: “en 1900 el ayuntamiento pide una subvención a la diputación para el puente de 5.000 pesetas por los grandes desperfectos de las últimas avenidas”. Don Antonio de Valbuena en su conferencia sobre el río Esla en 1898 solo cita al puente de Mercadillo situado dos kilómetros aguas abajo del que nos ocupa. El calificativo “viejo” que se aplica a esta obra ya en el siglo XIX, nos obliga a preguntarnos en relación a qué otro puente se le compara. Unos 200 metros. aguas arriba está el puente del ferrocarril construido en 1898, el otro sería el de Mercadillo existente ya en la plena Edad Media. Descontando el puente más moderno del ferrocarril, la comparación sólo puede ir dirigida al de Mercadillo y éste es un puente milenario. Una consideración sugerente, si pensamos en lo complicado y gravoso de llevar a cabo estas infraestructuras, es la de pensar en el por qué de la existencia de dos puentes a tan poca distancia; con uno solo, hubiese sido suficiente para las necesidades de la comarca. Algunos documentos que ahora manejamos pertenecientes al concejo de la villa de Cistierna, demuestran que este era un puente que seguía en activo a finales del S. XIX y principios del XX. En el marzo de 1900 el concejo se dirigía a  la excelentísima Diputación de León, en este tenor: Los que suscriben todos vecinos de esta Villa de Cistierna, municipio de su mismo nombre y con sus respectivas cédulas personales que escribimos ante el Señor Alcalde constitucional, por cuyo conducto recurrimos a Vuestra Excelencia, con el mayor respeto. Exponemos: que en el deshielo, extraordinaria avenida de mediados de Febrero último, el río Esla nos ha llevado cinco octavas partes del puente denominado Puente Viejo de Cistierna, concluido con madera de roble el paso, con cinco secciones de paso, sobre pilares o cepas de piedra de los que faltan ya dos, y arruinados los estribos de uno y otro lado. Este pueblo que hasta la fecha con muy gravosas prestaciones personales había podido sostener dicho puente, aunque de modo muy imperfecto, en adelante ya no puede por si solo y necesariamente se arruina; por que el río le ha dejado aislado del principal monte en pastos y maderas, y de una considerable extensión de tierra de cultivo. Necesitamos también el auxilio de los pueblos y aún de los ayuntamientos confinantes, pues a todos más o menos interesa y sobre todo del que le puede prestar esa alta corporación, siempre atenta al protectorado de la providencia, usando de mayores fondos y personal competente”. (Libro del Concejo de la villa de Cistierna a.1900)
El documento es muy interesante pues nos ayuda sobremanera a reconstruir cómo fue este puente. Perdidos los arcos, de los cuales no se observa ni el arranque, mantenía una estructura reducida únicamente a tres pilastras, entre las cuales se tendían  ripiones y zancas de madera para permitir el paso. El puente en origen si nos ceñimos a este documento parece que tenía cinco pilastras, en 1900 según documento fotográfico resistían tres y un estribo de piedra en la margen izquierda aunque bastante arruinado. Actualmente sólo quedan en pie dos pilastras, otra permanece derribada próxima a la margen derecha, los estribos han desaparecido.  
Las pilastras, presentan al exterior sillería de piedra calar de vetas rosáceas en los tajamares y sillarejo para el resto; el interior, está compuesto por un hormigón hecho a base de cantos rodados del tamaño de un puño y otros más grandes de piedra calar y forma irregular ligados con mortero de cal, dispuesto en tongadas de un metro, más o menos. La cantera de la cual se extrajo la piedra no debe de estar muy lejos del puente. En el pago de Redimora, a un kilómetro aguas arriba, este tipo de piedra rosácea aflora en la base Oeste del Macizo de Peñacorada. La pilastra más cercana a la margen derecha se derrumbó en los años 30; sus sillares labrados fueron saqueados durante los estiajes, dejando a la vista el hormigón gigante del interior, compuesto de cantos rodados trabados con cal y arena; si existieron las otras dos pilastras han desaparecido por completo. Tal desaparición solo puede achacarse a la facilidad durante el estiaje para acceder a ellas, lo que permitía el saqueo de los sillares externos como material de construcción para la corte de ganado de la margen derecha. La distancia entre las pilastras, si extrapolamos la medida que obtenemos entre las dos que se mantienen en pie, es de seis metros y medio. En la parte superior el tablero de la calzada era de unos 4 m. de ancho.  Las hacenderas y la robla consiguiente por cortar la madera y bajarla desde el monte concejil de La Corona, también se mencionan en otros papeles referentes al puente. En el documento se acredita cómo las grandes crecidas del Esla deshacían los precarios reparos de madera que el concejo  periódicamente tenía que reponer con grandes esfuerzos económicos y se constata la importancia e interés por mantenerlo no sólo por beneficiar a Cistierna sino a otros muchos pueblos del contorno.
Doña Conchita Diez Canseco, hija de D. Columbiano Diez Rozas, presidente de la junta vecinal de Cistierna en los primeros años de la República, contaba cómo su padre fue testigo de la gran crecida que lo destruyó en la gran avenida ocurrida a finales de un lluvioso otoño durante el primer lustro del siglo pasado. Don Columbiano, junto a otras personas que  guardaban  ovejas en los corrales situados en la margen derecha del río, observaron que las aguas comenzaban a pasar por encima del puente; solo tuvieron tiempo para cruzarlo a toda carrera. Cuando esto ocurría, las zancas,  ripiones, y demás entablamentos de las pasarelas había que ir a buscarlos y traerlos en carros de vacas desde Villapadierna y Cubillas. En los años veinte el Ferrocarril de la Robla deseaba construir casas baratas para sus trabajadores en la margen derecha del río; para tal fin solicitó los terrenos al municipio; la condición del concejo para acceder a la cesión, fue que reconstruyeran el Puente Viejo de piedra que se encontraba en total ruina porque era de gran conveniencia y utilidad pública; tal acuerdo no se produjo nunca. Actualmente estos notables restos creo no tienen ningún tipo de protección ni figuran en ningún catálogo de puentes. Sería deseable que el Ayuntamiento de Cistierna promoviese o iniciase algún tipo de protección al tiempo en que se desarrolla el proyecto de aguas “Muy poco Bravas” y dedicase alguna partida del mismo para consolidar la ruina de las dos pilastras que se mantienen en pie como testigos del pasado más remoto de la villa. Auguramos en años venideros si Dios no lo remedia el desplome de las dos pilas que aún resisten.















Pilastras del Puente Viejo de Cistierna. con tajamares aquillados aguas arriba y abajo.(Foto: Siro Sanz)

Puente Viejo de Cistierna a principios del s. XX. Esta fotografía es un documento extraordinario que confirma la documentación aportada. Perdidos los arcos, de los cuales no se observa ni el arranque, mantenía una estructura reducida únicamente a tres pilastras, entre las cuales se tendían  ripiones y zancas de madera para permitir el paso a la márgen derecha del Esla. Al fondo se distingue el puente del ferrocarril. (Foto: Guía de turismo de la Diputación de León)
  1. Vista aguas arriba de las pilastras del Puente Viejo. Próxima a la margen derecha aparece una tercera pilastra a merced de las aguas. (Foto Siro Sanz)

Inestimable fotografía de principios del s. XX en la que se aprecia el Camino de la Talanquera (ahora camino de Santa Bárbara); tres pilastras en pie y, en la márgen izquierda uno de los estribos bastante arruinado. Distinguimos la Casona; la casa de Dña María y D. Faustino Rodríguez García; la resinera y la estación. El documento de 1900 afirma que por entonces faltaban dos cepas de piedra (pilastras). Mediante cepas de roble y tablazón se construía el paso; restaurado casi todos los años debido a las crecidas invernales. (Foto: Gentileza Oscar Nieto)
 



No hay comentarios:

Publicar un comentario