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martes, 11 de junio de 2013

CRÓNICAS MORISCAS DE UN CRISTIANO VIEJO DE LAS MONTAÑAS DE LEÓN.

 LA CIRCUNCISIÓN O TAHARA ENTRE LOS MUSULMANES DEL MAGREB AL ARABI.
Siro Sanz García
La circuncisión en sentido estricto no forma parte de los Arkanum- Al Islam “pilares del islam”. El santo Al-Coran, primigenia fuente de esta religión abrahámica, no menciona dicha práctica ni una sola vez, sin embargo forma parte del mandato por el cual Dios ordena a los creyentes “seguir la religión de Abraham”sobre el sea la paz. El significado primitivo o etimología de la palabra tahara o corte, está íntimamente unido al concepto de limpieza y pureza. Entre los árabes al igual que para los judíos la tahara además de seguir la religión de Abraham, sobre el sea la paz, significa la renovación de la alianza con Dios: “este es mi pacto, que guardaréis entre mi y vosotros y entre la descendencia después de ti; circuncidad todo varón, circuncidad la carne de vuestro prepucio, y esa será la señal de mi pacto, entre mi y vosotros. A los ocho días todo varón será circuncidado…” (Génesis 17). Y así nuestro padre común, conocido en las tres religiones abrahámicas, Judía, Cristiana, Islam como: Abraham Abiru, Abraham o Ibrahim sobre él sea la paz, ordeno circuncidar a su primogénito Ismail (lo es para los musulmanes), y a todos los varones de su casa incluidos los comprados con plata (esclavos).
Entre los musulmanes el mandato de la circuncisión suele cumplirse a los siete días del nacimiento de la criatura, sin embargo, en ocasiones la circuncisión se posterga hasta que el niño tiene tres, cuatro, cinco años. Algún caso se ha dado de niños entrados en los 12, que por dejadez o pobreza de los progenitores aún no habían sido circuncidados. Existen muchas costumbres y tradiciones para celebrar la circuncisión, relataré las observadas en Marruecos. Al ser una descripción etnográfica-antropológica, lo hago sucintamente desde una posición de extrañamiento, determinada por mi condición de no musulmán, por lo tanto ruego comprensión  a los musulmanes, si alguno de los matices de la ceremonia no está suficientemente claro o parezca algo distorsionado con aquello que es en realidad.
La tahara supone un gran gasto para la familia, por eso, las familias ricas como hasana, o acto  público de caridad, pagan la ceremonia y todos los gastos a las familias sin medios económicos. Se dice en el Magreb que la Tahara debe ser nikah (algo escondido, secreto), al contrario que la boda que debe ser un acto público. Al menos, el secreto tiene que guardarse para la familia del padre, pues consideran que si alguien de la rama paterna lo sabe, la tahara puede salir mal y la hemorragia matar al niño. Cuando la circuncisión ha concluido, inmediatamente se avisa a la familia del padre para acudir a la fiesta. Por eso las circuncisiones se ocultan, se traslada el niño a casa de la abuela materna durante unos días, como de vacaciones, y así con estas cautelas se realizan todos los preparativos necesarios. El acto de la circuncisión viene precedido de la ceremonia de la henna para el infante y su madre que aleñan manos y pies un día antes. Después de aleñar los pies hasta los tobillos se  ata en el pie derecho del niño, un amuleto de tela verde, contiene un atadijo de sebba (piedra de alumbre eficaz contra el sangrado) y harmel (hierba utilizada contra el mal de ojo), no se quita dicho amuleto hasta que cae por si mismo. En la mañana del día señalado, se viste al niño con amplios zaragüelles y chaqueta bordada primorosamente a modo de caftan, babuchas nuevas y darbus en la cabeza. Se colma al rapaz de atenciones y regalos, todo es fiesta para el pobre inocente que ignora lohque le espera. De pronto el sonido de los tabales, guitas y chirimías invade la casa, se baten los tambores con gran ímpetu y las mujeres emiten al unísono el esguerti. Aparece el hayam o barbero, especialista en estos menesteres quirúrgicos, en algunas ocasiones la tahara la hacía un moel judío. Primero se rapa el pelo del mocoso por encima de las orejas hasta dejar una amplia tonsura. El niño piensa que el barbero solo ha venido para eso, a cortar su pelo. Inesperadamente, uno de los que acompaña al hayam sujeta al  tierno infante, le coloca frente al hayam con las piernas abiertas, pasa sus manos por debajo de las  piernas con la intención de impedir que las cierre,  atrapado como un gazapo el niño empieza a comprender que el hayan ha venido no sólo cortar el pelo. El barbero prepara los utensilios: navaja de barbear, tijeras, gasas y desinfectante. Mueve el prepucio  arriba y abajo para separarlo del glande, estira la piel y realiza un corte vertical con gran destreza, partiendo de este corte vertical circunvala todo el prepucio. Ahí veras como grita, protesta y se rebela la criatura. Mientras tanto, todo el cahale de mujeres grita el esguerti, la madre llora y las niñas sonríen pensando que eso nunca les ocurrirá a ellas. La gran algarabía de las mujeres  se mezcla con la música de los tabales e impide que los gritos del niño sean escuchados. La madre cubierta por una al-malafa blanca, pasa todo el acto del corte mirando fijamente a un espejo que sujeta en su mano, nadie debe hablar con ella, explican que esto se hace para que todo salga bien y no se produzca lo más temido, una gran hemorragia. Después de cortar el prepucio se envuelve el glande previamente desinfectado con una gasa. Toman al niño de las manos de su cancerbero y le depositan sobre la espalda desnuda de una mujer, preferiblemente negra, esta lo introduce en la habitación donde la madre espera. Los besos caricias y palabras amorosas de la madre tranquilizan al niño. Después comienza la fiesta, se degüellan los corderos, se banquetea hasta altas horas de la noche, la cena es amenizada por  sijats (bailarinas y cantoras), los invitados entregan los regalos. Al día siguiente cuando el hayam regresa para hacer la primera cura, el niño que ya conoce al individuo, monta la tremolina.
Recordamos la espléndida hasana que hizo nuestro antepasado el Hass Houman Abderabih Al Filali, que Dios guarde y tenga en el  Yenna (al Firdaws-paraiso). Fue aquella una ocasión aún recordada en el Derb Sidi Isaac de Medina Murrakus. Celebraba la tahara de su hijo primogénito Sidi Muhamad Ibn Abderabih  (con el tiempo llegaría a fakih, sabio en la ley islámica, capaz de memorizar y recitar todo el santo Alcoran), junto a otros cinco niños de familias pobres; todos los gastos corrieron a cuenta del generoso y caritativo Hass Houman. Se sacrificaron ese día: ocho corderos, una camella joven y dos terneras, además de innumerables volátiles.
Fue digno de ver la procesión con su comitiva de músicos atravesando el gran bazar en dirección a la kobora del santo patrón de la ciudad. Seis caballos blancos bellamente enjaezados trasladaron sobre sus grupas a los niños para la thiara o visita a la tumba del wali, santo ermitaño en la Montaña de Gyliss, patrón de Murrakus, Sidi Bel Abbas sobre el sea la paz, donde además se hizo una gran sadakat (limosna), para pedir la baraka. La fiesta se prolongó durante tres días con sus noches.
Que Dios guarde y acreciente las costumbres del Magreb Al-Arabi.


 Uxama banu Almoravid banu Omeya banu Baabaa, momentos previos a su circuncisión. (Foto: Siro Sanz)

 Anas banu Firdaws banu Boulouafi, banu baabaa sospecha que algo no marcha bien. (Foto: Siro Sanz)



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